miércoles, octubre 05, 2005

El nombre... I parte

La borrachera pasó justo en el momento cuando la música comenzó a sonar nuevamente, parecía que la noche volvía otra vez, me levanté como pude entre mis olores de noche de juerga con la misma ropa que me quedé, cuando miré a mi alrededor me di cuenta que no estaba en mi pieza, sino en la de mi hermana al verme tan rodeado de rosa me recorrió una serena sensación de quietud.
La música seguía sonando con un volumen moderado, más para mi era estrepitoso. Ese fin de semana había quedado solo, mi familia había viajado a casa de mis abuelos en el norte y se demoraría una semana en volver..quizás dos, dependía de los ánimos de mi padre y de su aversión al calor, creo estuvo todo el año pensando en como soportaría el desierto y vez que le tocaban el tema se enfermaba del estomago..¿cómo andará?. Me sorprendió el no encontrar a nadie cuando revisé la casa, la cual había quedado lleno de vasos sucios y ceniceros con colillas, a cada paso que daba me recordaba de la magnitud de la noche aquella; y sólo seríamos diez, ¿habrán llegado treinta?, aún humeaba una colilla de cigarrillo, por lo que no debieron haberse ido hace mucho rato, la canción de Depeche Mode que sonaba ya me parecía incluso como la oración de la mañana. Abrí todas las ventanas, ordené lo que me permitío mi equilibrio y luego me tumbé en el sillón de mi padre, su adorado sillón negro, ese que nadie podía tocar cuando él llegaba, que placentero se sentía, apollé mi cabeza y creo dormí unos segundos, pero la incomoda sensación de malestar post carrete no me dejó seguir durmiendo, la casa parecia enorme ahora y demasiado silenciosa para los ruidos de mi cabeza.
Alguien glopéo a la puerta de calle, eran sonidos suaves como los de un niño, era extraño porque los vecinos no tenían niños, de hecho nadie de la cuadra los tenía, parecía tener apuro porque eran golpes rápidos, me paré con mi cara desaliñada y para mi sorpresa no era un niño el que golpeaba, sino un hombre con tamaño diminuto con un aspecto muy fuera de lo común, lo quedé mirando con mi cara de sorprendido y el sonriendo me dijo. Buena mañana mi querido señorito...parecía haber salido de un cuento, de un momento a otro los malestares desaparecieron y mi curiosidad fue cada vez más grande, que quiere? fue lo único que respondí con un tono agudo-grave, que a mis 19 años aún no lograba reafirmar. El repondió el mismo tono bailarín de antes, te vengo a buscar, eres Darío no es así?, sí, respondí con un poco de indredulidad. Tus padres me dejaron el encargo de pasarte a buscar esta mañana y llevarte a un lugar que ellos consideran debieras conocer ya, su viaje no fue casualidad, y las quejas de tu padre sólo fueron para que pareciera real, aunque por cierto nunca se la quitado esa aversión al calor. La verdad no sé de que hablas, respondí un tanto nervioso y no quiero ir a ningún lugar, la verdad tengo cosas que hacer hoy y .., nada que tengas que hacer es más importante que esto, me interrumpió ya con un tono serio; casi hiptonizado por aquel diminuto hombre, lo seguí, y casi también sin darme cuenta de pronto estábamos en un lugar hermosísimo lleno de vegetación, con arboles frondosos y largos, parecía un bosque de ya muchos años y poco transitado, porque no veía rastros de basura ni huella que delatara el paso de alguna persona por aquel misterioso y mágico lugar; un olor dulce y desconocido salía de entre medio de los árboles y podía ver a pequeñas luciérnagas a lo lejos, por lo menos eso pensaba yo que eran. Anonadado por el paisaje no me di cuenta que el pequeño hombrecillo había desaparecido, y al parecer no había nadie más en aquel lugar; los rayos del sol se dejaban ver por entremedio de las ramas de los árboles, lo cual me hacía tranquilizar porque faltaba mucho aún para que se oscureciera. Seguí caminando para ver si encontraba alguna respuesta o a alguien a quien preguntar donde me encontraba, pero definitavamente estaba solo. Me encontré con una gruta y para mi sorpresa, nuevamente, afuera de la gruta estaba mi nombre, Darío Plaza. Dudé al entrar, no me imagiba que podía encontrar al interior de esta gruta, de lo primero que me di cuenta es que el olor dulce que percibí en el bosque provenía de aquel lugar; estaba lleno de velas moradas y amarillas, y estaba decoracada con unas extraños símbolos que no supe interpretar en el momento, en el centro de lagruta había una especie de altar que estaba más iluminado que el resto de la gruta, movido por mi curiosidad me acerqué a ver..estaba hermosamente decorado, había una fuente con agua muy clara donde podía ver mi reflejo y alrededor frutas de la estación, lo cual abrió mi apetito; también había un pergamino envuelto con un hilo rojo, no dudé en tomarlo y abrirlo, el contenido del pergamino era un escrito de mis padres, en el cual me indicaba que debía permanecer en este lugar hasta que se me diera mi nombre, mi verdadero nombre, la verdad es que no entendí, pero me sentí tan cómodo en aquel lugar que ahí permanecí durante 7 dias, hasta que escuché mi nombre, Elohim, sólo entonces emprendí mi regreso....continuará...